ANGEL VAZQUEZ
(Tánger, 1929- Madrid, 1980) es más conocido por su figura de escritor maldito que por su excepcional obra literaria, totalmente inclasificable en su época. Autodidacta, políglota, homosexual, alcohólico, Vázquez se crió en un ambiente familiar problemático y condicionado por el sustrato que empapará buena parte de su obra, la ciudad de Tánger. Lector aventajado, al que influye de manera muy especial la obra de Virginia Woolf y de Katherine Mansfield, frecuenta los ambientes culturales que fomentan Jane y Paul Bowles, y traba un fuerte lazo literario con Emilio Sanz de Soto y Carmen Laforet. Entre un mar de precariedades y trabajos ocasionales se estrena con varios cuentos y una novela, Se enciende y se apaga una luz, con la que gana de forma inesperada el premio Planeta de 1962. Publicó una segunda novela, Fiesta para una mujer sola (1964), sin éxito ni repercusión. En 1976 alumbró su obra maestra y una cumbre de la literatura española, La vida perra de Juanita Narboni, por entonces también incomprendida. Poco después, totalmente alcoholizado e indigente, muere en una pensión madrileña, no sin antes quemar sus últimos manuscritos.