Avilés, Manuel
Cuarenta años de cárcel. He cumplido como si hubiera matado a tres y no he matado a nadie. En algún momento he tenido ganas. Disfrute todos los motines carcelarios tras la muerte de Franco, cuando dieron una amnistía que hacía falta, no como la «Puigdemoniaca» que se han sacado de la manga ahora. Viví en primera fila la descomposición de ETA y trabajé a gusto con Antonio Asunción y Juan Alberto Belloch en la desarticulación del terrorismo de aquella banda paranoide. Dirigí varias cárceles y me di cuenta, al morir Antonio, de que la vida es muy corta para dedicarse solo al trabajo en la administración pública.Hay que leer, oír música, andar en moto, escribir. Besar a quien no te traicione, apretarte con tu chica hasta confundirte con ella y comértela viva empezando por donde ella diga. Hay que tener un perro o dos Casilda y Tobalin y dejar que duerman contigo, en la misma cama porque son la expresión del amor supremo, el remedio de la soledad y de cualquier cabreo o desengaño, la seguridad de alguien que te querrá por encima de todo.Valoro a la gente honesta, trabajadora y fiel. Desprecio a los aprovechados, a los pelotas, a los vagos y a los vividores. A los traidores y a quienes se ceban con el débil y se arrodillan ante el poderoso. A los practicantes de política de pasillo dispuestos a comerse por un pie al que manda sin la menor objeción. Desprecio a los cobardes y meapilas, a los curas reprimidos, sacristanes y obispos que intentan contagiar su represión bajo capa de conducta necesaria para salvarse. A quienes se aprovechan del mando para tirarse a la más maciza disimulando que la ayudan y la protegen. No odio a nadie aunque mataría a tres o cuatro si despenalizaran el homicidio.Creo que la vida es bella y la escritura nos hace inmortales.