AZNAR, M CARMEN
M. CARMEN AZNAR Nací una noche de tormenta, cuando se acababan mayo y la década de los setenta. Crecí con libros en las manos y poesía en los bolsillos. Escuchaba poemas, los leía y, pronto, empecé a inventarlos. Me gustaba ir a ver a mis abuelos, que vivían en una casa baja con jardín. Desde entonces, tengo la costumbre de meterme en jardines de los que, a veces, me resulta difícil salir. También me gusta invitar a merendar a un montón de personajes fantásticos que rondan mi cabeza. Frente a un té calentito, pasamos la tarde escribiendo historias.