JAVIER PARRA SÁNCHEZ
De niño, en mis ratos libres, me recuerdo con un lápiz, un libro, mi flauta o unos prismáticos entre las manos, porque dibujar, leer, crear música y disfrutar de la naturaleza siempre me ha apasionado. Mis familiares me alababan los dibujos («Qué bien pinta este pequeño»), algún profesor dudaba de mis escritos («Esta poesía te la ha hecho tu tía») y las aves del campo que imitaba con mi flauta me veían, creo, como parte del paisaje. Pero cuando oficialmente me tocó dejar de ser niño, aparqué mi espíritu creativo y me hice médico. La mayoría de mis cuadros, mis cuentos y mis partituras por venir se quedaron sin creador. Bueno, gané un concurso de relatos en la Universidad de Salamanca con "Círculo de niebla" y más tarde escribí "La relación del índice arteriovenoso de la retina con las lesiones subclínicas de los órganos diana", texto por el que también me dieron un premio muy solemne, pero mis hijos no podían leerlo. Así que, gracias a ellos, recuperé al niño creador. Mis hijos, mis sobrinos y los pequeños de mis amigos han sido los destinatarios de mis nuevos cuentos ilustrados. Algunos les han gustado mucho y, con espíritu generoso, me han invitado a compartirlos con otros niños.