Vargas Barba, Salvador
Hay un verso de Gilberto Hernández que me ha perseguido mientras escribía el libro: «Un día tendremos más arrugas que intestinos». Después de veintitrés años de escritura intermitente y espera, la profecía va camino de cumplirse. No tengo interés en hablar de mí mismo. Mi único propósito, antes de doblar la rodilla frente a los ángeles del mal, es pagar las deudas que todavía no me han sido cobradas.